Ahora estamos a 35 millones de años luz de la vía láctea.
Dimos el salto hace tiempo, pero al fin salimos de órbita.
Diminutos e ilusos avanzamos entre fantasías tan vastas y absurdas como nuestro propio universo. Habitamos juntos el espacio, pero lo vivimos en diferentes planos; solo nos sabe unir de forma ocasional la infalible colisión con lo que jamás sucedió.
Sé que dimos el salto juntos, pero me cuesta creer que ahora te pudiese alcanzar. Me cuesta creer que me gustaría intentarlo. Te orbité tanto, que se me aturdió el ser y se me confundió el alma.
Ahora, lejos de esa vía láctea, me dedico a navegar en la infinidad más bondadosa que el consuelo encontró para mí
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