3.3
Comenzar la vida en tragedia suele ser receta para desearla por el resto de los días. Nunca le faltó amor o cobijo; quizá le faltó saber...
Es cualidad de los seres humanos atesorar recuerdos y memorias para dejarlos cercanos como recurso de supervivencia. Un gran viaje, el mejor día de la vida, el momento más triste, la felicidad más intensa, el amor más grande...
¿Suena familiar? Si usted ha dicho que sí al menos a alguno de los anteriores, querido lector, debo informarle que es usted víctima del síndrome de las falsas memorias. Construcciones de nuestros recuerdos mezclados con lo cotidiano, con el deseo, la imaginación y por supuesto, con la fe.
Reconocerles es fácil. Basta con encontrar en el fondo del recuerdo los sentimientos más intensos, dolorosos, dulces, dichosos e infinitos. Suelen venir acompañados de una voltereta de la panza cada vez que se les invoca y tienen la capacidad de mutar según la estación del año. Recuerde, no por ser falsas, son irreales.
Sírvase de encontrar en este blog, una colección de mis falsas memorias. Estoy segura podrán ilustrar, casi como calca, una que otra de las suyas.